Los relojes epigenéticos permiten detectar el aumento de la edad biológica que provoca someterse a una cirugía, el embarazo o una enfermedad grave.
Después de una enfermedad, un embarazo o tres días de fiestas patronales se puede tener la sensación de haber envejecido de repente. Aunque la edad biológica se incrementa progresivamente con el paso del tiempo, hay pruebas de que no siempre se corresponde con la cronológica, y las enfermedades, el tabaco o el ejercicio pueden influir en cómo los años afectan al cuerpo. Hoy, un trabajo que se publica en la revista Cell Metabolism ofrece indicios de que las situaciones estresantes para el organismo, como someterse a una cirugía, tener la covid o vivir un embarazo, aceleran el ritmo de envejecimiento. La buena noticia es que ese daño extra se revierte, en muchos casos, en cuestión de días o meses cuando la causa que lo provocó desaparece.
Para estudiar la forma en que fluctúa el envejecimiento, un equipo internacional de científicos de algunas de las instituciones más prestigiosas del planeta utilizó lo que se conoce como relojes de metilación del ADN para medir los cambios en la edad biológica de humanos y ratones sometidos a situaciones estresantes. Estos medidores del envejecimiento biológico observan cómo se van acumulando pequeñas moléculas en el ADN y cambian la forma en que se expresan los genes, la base de lo que se conoce como epigenética.
Uno de los experimentos utilizó un método que se ha empleado para rejuvenecer a ratones viejos conocido como parabiosis heterocrónica. Este nombre técnico se refiere a un procedimiento quirúrgico en el que se unen dos ratones, uno joven y otro anciano, para que compartan el sistema circulatorio. Muchos estudios han observado que esta forma de exposición a la sangre joven rejuvenece al ratón viejo. En el caso del trabajo que se publica este viernes, se unieron roedores de 3 y 20 meses durante 2 meses. Los investigadores observaron que la intervención incrementó de repente la edad biológica de los ratones jóvenes, pero ese envejecimiento repentino se revirtió tras dos meses de recuperación.
Los autores hicieron mediciones similares en humanos, con mujeres después del embarazo, personas que habían sufrido covid grave o se habían sometido a una cirugía importante. En todos los casos, se detectaron rápidos y significativos incrementos de la edad biológica, pero también se observó que tras un tiempo de recuperación se regresó a la senda normal de envejecimiento. Además del propio proceso natural de recuperación, en casos como el de la covid, se comprobó que un fármaco antinflamatorio como el tocilizumab aceleró la recuperación de la edad biológica normal. Los autores sugieren que este tipo de técnicas se podría emplear para valorar mejor la efectividad de algunos fármacos, en particular aquellos dirigidos a ralentizar el envejecimiento.
En el estudio se observaron también algunas diferencias cuya comprensión requerirá más estudios. Por ejemplo, las personas que se sometieron a una cirugía programada no envejecieron de repente, como sí lo hicieron los que tuvieron que ser operados de urgencia. Por un lado, se plantea que las personas que se preparan para una cirugía toman medidas preventivas que ralentizan el envejecimiento biológico y, como apunta Vadim Gladyshev, profesor de la Escuela Médica de Harvard (EE UU) y uno de los autores principales del trabajo, no se pueden descartar “factores psicológicos” derivados de vivir una situación traumática inesperada. Tras la cirugía, los pacientes recuperaron su edad biológica inicial en menos de una semana.
Gladyshev afirma que estos resultados le hacen pensar “que es posible reducir parcialmente la edad biológica de algunas células, tejidos y, posiblemente, organismos completos”. “Otros estudios muestran enfoques capaces de reducir la edad biológica durante el desarrollo embrionario, la reprogramación celular y el intercambio de material entre organismos viejos y jóvenes”, añade, aunque advierte de que “esta es una área de investigación muy nueva y todos estos enfoques requieren validación”. Además, el investigador cree que los relojes biológicos pueden ser útiles para medir el estrés fisiológico y la utilidad de algunas medidas para aliviarlo o el impacto de algunos fármacos en el envejecimiento.
Iñaki Martín-Subero, jefe de epigenética biomédica en el IDIBAPS de Barcelona, considera que “este trabajo abre camino, aunque deberá ser ampliado y replicado en los próximos años”. Según el investigador español, que no ha participado en el estudio, este tipo de técnicas puede ayudar a intervenir sobre la edad biológica, en particular, en personas que tienen un ritmo de envejecimiento acelerado. “Hay estudios en los que se ven asociaciones muy significativas entre tener un reloj acelerado y una muerte prematura por cualquier causa, desde enfermedades cardiovasculares a cáncer”, señala. “Estos relojes nos permitirían medir el efecto de intervenciones como el ejercicio, el mindfulness o la higiene del sueño, en algunos casos durante un periodo relativamente corto, para desacelerar el reloj y prolongar la vida”, plantea. Él mismo está probando ahora las posibilidades de actuar sobre el estrés que envejece con intervenciones en las que se incluye el mindfulness.
Los autores reconocen que la tecnología de los relojes de metilación de ADN está aún en fase de desarrollo y que, como observaron en su estudio, no todos son capaces de captar el envejecimiento súbito acelerado pero reversible. Tampoco se ha logrado relacionar cómo afecta el modo en que una persona envejece y se recupera por situaciones estresantes circunstanciales a un envejecimiento rápido o lento a largo plazo. En los próximos años, es probable que la tecnología se convierta en una herramienta para saber cómo enfrentarse a un proceso ineludible, aunque quizá no tanto, como el envejecimiento.
Fuente: https://elpais.com/salud-y-bienestar/2023-04-21/el-estres-acelera-el-envejecimiento-pero-hay-formas-de-revertir-el-proceso.html